Drake en la portada de 'Take Care'
El segundo álbum de Drake ha sido uno de ésos que la
industria va madurando poco a poco, creando el hype necesario para que
cuando llegue, al menos haya una primera tanda de compradores a los que
se les ha convencido con un par de singles y con alguna colaboración de
renombre. En este caso, véase Rihanna.
Cierto es que la primera impresión que me causó ‘What’s My Name?‘ no fue precisamente positiva, pero cuando escuché el resto de Loud, el tema ganó enteros gracias al contexto del álbum y me cayó en mejor gracia. De ahí que mi interés por Take Care, el difícil segundo disco de Drake, creciera conforme fue acercándose la fecha del lanzamiento… y cayera en picado después de darle tantas oportunidades que el spoti me ha mandado a tomar por ahí hace ya tiempo.
Supongo que no aguanto la pretenciosidad
Podríamos decir que
casi es un requesito del hip hop comercial el tener una pose arrogante,
en algunos casos casi agresiva. Pero en el caso de Drake resulta
cargante que canción tras canción parezca que nos está haciendo un favor por haber grabado este disco.
Ya casi es tradición incluir en tu disco una canción que dedicada
únicamente a dar en los hocicos al ex, a la crítica que no te respaldó o
al perro que se te murió demasiado pronto. Pero esta vez la combinación
entre prepotencia y suavidad – porque no se le moverá un solo pelo de
la cabeza en todo el álbum – me resulta estomagante a más no poder.
Drake, como un buen número de raperos que coquetean
con el lado más mainstream del género, se ha rodeado de colaboraciones
que apoyen su propuesta. Desaprovechadísima una de las participaciones
más interesantes a priori, la de The Weeknd en ‘Crew Love‘.
La canción mejora en la segunda mitad, pero pasarte dos minutos
escuchando la voz de Drake cantando, empalagosa como comerse un bote de
miel a cucharadas, la arruina por completo.
Menos mal que Rihanna llega a salvar los trastos en el mejor tema del disco, ‘Take Care‘. Se trata de una versión de otra versión que hizo Jamie Smith, de The XX,
del original ‘I’ll Take Care Of You’, de Brook Benton, un cantante de
rock y R&B de los años cincuenta/sesenta. Cualquier parecido con la
raíz es pura coincidencia, la verdad, y lo cierto es que se agradece el
soplo de aire fresco del tema, que coquetea con cierto aire dance en las
bases, pero sin caer radicalmente en la electrónica.
Se agradece el intento de Drake de acercarse a un punto íntimo
en la composición de todos sus temas, en lugar de buscar el lugar más
típico del estilo con el que posiblemente hubiera destacado algo más en
lo que a singles se refiere. Sin embargo, tanta intimidad, tanto
susurro, tanta voz acaramelada resultan profundamente monótonas a lo
largo de la friolera de dieciocho temas que se hacen largos como estarse
un mes sin comer. A esto tampoco acompaña que rara vez se meta en un
tema con una instrumentación más completa que no sean unas bases y algún
que otro arreglo para dar cierto cuerpo.
Alguna que otra baliza para aferrarse
Dentro de la línea extremadamente uniforme de Take Care
hay dos o tres balizas donde agarrarse antes de decidir abandonar. La
mayoría tienen algo en común, y es que abandonan el puerto seguro del
medio tiempo blandito y emocional en el que se sumerge Drake a modo de
terapia y apuestan por un lado mucho más atractivo, donde se podría
haber refocilado algo más para evitar que este disco sea un downer de los que hacen época.
De nuevo, el segundo acierto más interesante del álbum se lo pone en bandeja Nicki Minaj en ‘Make Me Proud‘,
otra que suele destacar bastante más en colaboraciones ajenas que en
sus propios trabajos. De nuevo, la producción corre a cargo de T-Minus,
como en la parte menos monótona del álbum. Es habitual de gente como
Ciara, la propia Minaj y Ludacris, y el único a los mandos de la
producción capaz de sacar a Take Care del agujero de meditación
terapéutica en que lo ha convertido Drake.
La tercera baliza en la que puedes aferrarte si sigues decidido a llegar hasta el final es ‘Lord Knows‘,
esta vez con Rick Ross. Una vez más, se sale de la tónica del resto del
álbum y muestra por una vez una perspectiva más agresiva que la que
mantiene Drake en casi cualquier otro tema. Los coros le dan cierto
toque épico, y el conjunto funciona a la perfección.
La crítica en general ha aclamado a Drake en este segundo disco. Basta
mirar por ahí para ver unas notas espectaculares y una aprobación que
yo, por desgracia, no comparto. Hay algún que otro tema que se salva, y
que si hubieran marcado la tónica general del disco, seguramente estaría
contándoos otra cosa. Pero Take Care es monótono, un ejercicio de
intimidad innecesario, acompañado de una voz que debería limitarse a la
estrofa rapeada – por momentos es vergonzoso el parecido que parece
intentar lograr con el difunto Michael Jackson -. Desde luego, no echaré
de menos si no saca un tercer disco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario